In the heights y A rainy day in New York. Dos caras de una ciudad. Parte I

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Nueva York es una ciudad cinematográfica por excelencia. Cientos de películas y series de televisión desarrollan sus historias en esta urbe frenética, por lo que muchos de sus iconos resultan familiares aun para los que nunca la han visitado. Seguramente al leer estas líneas vienen a tu mente el Empire State, los taxis amarillos, el puente de Brooklyn y los anuncios luminosos de Times Square.

Recientemente vi dos películas que transcurren en Nueva York, ambas son una declaración de amor a la ciudad desde dos perspectivas distintas.

La primera película que vi en una sala de cine postpandemia fue In the Heights, la adaptación cinematográfica de la obra de teatro homónima de Lin Manuel Miranda que le abrió las puertas del éxito antes del aclamado “Hamilton”. En In the Heights, Miranda cuenta las historias de los habitantes de Washington Heights, el barrio en el alto Manhattan donde él mismo reside. Washington Heights se extiende de la calle 155 hasta la 182 y el 70% de sus habitantes son hispanos. Dominicanos en su mayoría, por lo que desde el 2018 oficialmente se designó esta área de la ciudad como “Pequeña República Dominicana”.

A través de los personajes de In the Heights, Lin Manuel Miranda expone su visión de lo que significa ser hispano en los Estados Unidos, los estereotipos, la dualidad de no ser de aquí ni ser de allá, las lealtades étnicas y el reconocimiento del propio valor. El personaje principal de In the Heights es un joven de ascendencia dominicana llamado Usnavy, propietario de una bodega en el barrio, que sueña con volver a República Dominicana. Usnavy vive en el apartamento de Doña Claudia, una inmigrante cubana que llegó a Nueva York siendo niña huyendo con su madre de la dictadura castrista. Sonny es el primo adolescente de Usnavy y trabaja con él en la bodega. Nina, es una joven Nuyorican (descendiente de puertorriqueños nacida en Nueva York) la primera de su familia en ir a la universidad. Vanessa es una manicurista que sueña con ser diseñadora de modas y mudarse del barrio.

Usnavy se debate entre seguir en los Estados Unidos donde siente que su vida no tiene ningún propósito o iniciar un negocio en una playa de la República Dominicana. “El Sueñito” -su hipotético establecimiento- representa el reencuentro con su identidad y sus raíces. Quiere llevarse con él a Sonny quien es un dreamer (joven indocumentado) y a Doña Claudia a quien considera una abuela. Este personaje representa el aspecto matriarcal de la cultura latinoamericana. Claudia es quien cuida de todos, alimentándolos tanto física como emocionalmente. En una de las escenas mejor logradas de la película Claudia recuerda ir en el metro de Nueva York cuando era una niña inmigrante de Cuba, cantando narra las penurias que pasó su madre como empleada de limpieza, las limitaciones de no dominar la lengua y la añoranza de su tierra natal. Claudia en su rol de matriarca quiere inculcarle a los más jóvenes el orgullo de su origen, por eso le dice a Nina que aprecie los “pequeños detalles que le dicen al mundo que no somos invisibles”. Nina, por su parte, encarna la dualidad de no ser de aquí ni ser de allá, siente que no encaja y que ir a una universidad reconocida y ascender socialmente es una traición a su clan, solo se siente segura y aceptada en su comunidad. Mientras Vanessa, por el contrario, sueña con asimilarse con la sociedad americana mudándose a una zona más lujosa de la ciudad y dejar el barrio atrás. Este personaje me recordó a un comediante de un show de stand up en español. El show era en un establecimiento en la calle 72, comenzó su rutina preguntando quienes de los presentes vivían en la zona, nadie contestó. A lo que él respondió “lo sabía. Porque no bajamos de la 96 y no subimos de la 14”. Refiriéndose a que las mejores zonas de la ciudad no son accesibles para los hispanos.

In the Heights, me resultó conmovedora y me sentí identificada en muchas oportunidades. La música y las coreografías son excelentes, al igual que la fotografía y la dirección de arte. Es una carta de amor a Washington Heights y sus habitantes.

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